sábado, 27 de octubre de 2012

¿Caballeros?

En estos tiempos que corren he observado con admiración como vamos avanzando a velocidades vertiginosas en ciertos aspectos, pero también me entristece el primitivismo que se está adoptando con naturalidad en lo referente a los modales, y lo que es peor aún, la aceptación que tiene.
Hago un llamamiento a los caballeros que parecen estar en peligro de extinción y también a las damas que los reclaman, persistan.
La cortesía no entiende de edad, época, ni sexo.
La caballerosidad no es una cuestión de obligación, si no de educación.¿Dónde han quedado los señores? Los que ceden el paso, el asiento, te ayudan a ponerte el abrigo, no esperan a que te levantes cuando ellos se acercan a saludar (yo jamás lo hago) y lo mas importante, te respetan.
Tales actos de gentileza son un arte y denotan clase.
La militancia feminista no deja de ser una pose, a la mayoría nos gusta que nos traten como lo que somos, señoras o señoritas, lo que no quiere decir que nos tengan que pagar la cuenta ni nada por el estilo, en ese sentido soy igualitaria, opino que el abono de las consumiciones y demás debe ir a medias o por turnos.
Que nos guste la caballerosidad no está reñido con nuestros deseos reivindicativos laborales y sociales.
Y como dice aquella frase: “contra el machismo, la masculinidad, y contra el feminismo, la feminidad”
Púlanse gañanes, púlanse.

Rocío Pérez Conde

jueves, 25 de octubre de 2012

El amor de los amores


                   (Fragmento)
                                  
¿Cómo te llamaré para que entiendas
que me dirijo a ti, ¡dulce amor mío!,
cuando lleguen al mundo las ofrendas
que desde oculta soledad te envío?...
                    .......
 
Aquí tu barca está sobre la arena;
desierta miro la extensión marina;
te llamo sin cesar con tu bocina,
y no pareces a calmar mi pena.
Aquí estoy en la barca triste y sola,
aguardando a mi amado noche y día;
llega a mis pies la espuma de la ola,
y huye otra vez, cual la esperanza mía.
¡Blanca y ligera espuma transparente,
ilusión, esperanza, desvarío,
como hielas mis pies con tu rocío,
el desencanto hiela nuestra mente!
Tampoco es en el mar adonde él mora;

 ni en la tierra quizá mi amor existe.  
¡Ay!, dime si en la tierra te escondiste,
o si dentro del mar estás ahora.

Porque es mucho dolor que siempre ignores

que yo te quiero ver, que yo te llamo,
sólo para decirte que te amo,
que eres siempre el amor de mis amores.

Carolina Coronado


 

viernes, 12 de octubre de 2012

Elegía



                                                                                                                                                                         
(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
con quien tanto quería.)

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento.
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

Miguel Hernández                                                  

martes, 9 de octubre de 2012

Rima XLIV




"Como en un libro abierto
leo de tus pupilas en el fondo.
¿A qué fingir el labio
risas que se desmienten con los ojos?

¡Llora! No te avergüences
de confesar que me quisiste un poco.
¡Llora! Nadie nos mira.
Ya ves; yo soy un hombre... y también lloro."
  

Gustavo Adolfo Bécquer


                                                      

sábado, 6 de octubre de 2012

Silencio

Para encontrar la esencia de la vida, una de las cosas que debemos aprender a percibir, es el estruendo del silencio, ese que permite conocerse a si mismo y a lo que te rodea.
Pero así como hay muchas clases de quereres, también hay muchas clases de silencios...
El silencio de los largos abrazos dejando todo el protagonismo al sentimiento.
El silencio que puede ser ofensivo, traidor, inteligente y más doloroso que cualquier bofetada. Pero también puede fortificar y mortificar las almas.
Había un literato inglés, que decía, que el silencio es un gran arte para la conversación.
La hermosura infinita de un silencio apropiado, frente a un ruido impertinente.
El silencio del silencio.
Y el de aquellos lugares refugio donde puedes escucharte, donde te oyes pensar.
El silencio de la ausencia, después de aquellos tiempos con esos seres queridos con los que fuimos tan felices, y ya no están.
Cuán atractivo puede resultar el silencio en una persona, atractivo, seductor y misterioso.
El silencio terriblemente romántico, para aquellos que como yo, ven más peligrosos unos ojos, que un escote o unos musculitos. La insinuación de unos ojos magos.
La mirada silenciosa, que grita “te quiero”, con una dulzura loca.
Cuando entre dos personas surge ese silencio agradable, donde no es necesario decir nada.
¿Qué se oye cuando no se oye nada?
Sin duda alguna, el silencio más desgarrador, es el silencio de Dios.
Pero aún me queda la certeza, de que las melodías más hermosas, viven en la mente de los sordos. Y el último suspiro de la gente buena, es el latir precioso que se escucha en el silencio de las noches bellas.

Rocío Pérez Conde

El olor de la noche

  Hubo un tiempo, en que estuvimos peleadas, y teníamos confrontaciones noche tras noche. Eras desesperante y tenía la certeza de que me odiabas.
Aún recuerdo aquella, tan silenciosa y tranquila, no se escuchaba el más leve murmullo, ya no había risas, ni charlas, ni música, o al menos eso pensaba... Solas estábamos tú y yo, no podía conciliar el sueño, parecía que querías que te hiciese compañía durante esa larga y dolorosamente oscura noche.
Pasaban lentas, angustiosas y tristes las horas mientras tu ignorabas mi llanto callado.
Y penaba recordando este verso que reza:
"Brota una madrugada de amargura
en el opaco mundo de mis ojos,
y recorro caminos entre abrojos
que me ofrece su extraña mordedura"
Pero ¿sabes? Concienciándome de que no debía temerte, te hice frente y ya no te tuve miedo. Me hice tu aliada sabiendo que si no querías, no me dejarías cerrar los ojos. Así, de este modo, querida Madrugada, nos hicimos compañeras, pero no amigas.
Me enseñaste el juego de la perspectiva, y pude mirar la calle de dos maneras: como una calle muerta y sin sentido, y como una calle alumbrada por la luz de las personas que como yo, no pueden dormir.
Observé pequeños detalles, como esos objetos que quedaron de determinada manera, abandonados por los que duermen ajenos a la vida de la noche. En contraste, inundando las horas indecentes de alegre chillerío descarado, los juerguistas disfrutaban de tu tiempo.
Y lo mas importante querida socia, es que me enseñaste a no desesperar en el insomnio. Y así, pasé a ser tu amiga y a quererte poquito a poco, de tal modo, que fuiste el mejor entorno para mi inspiración.
Qué consuelo para el alma fue aprender a ver bellas las madrugadas que un día me parecieron tormentosas.
Y en el salón mas maravilloso del mundo, el de la casa de mi abuela, con el balcón abierto dejando entrar la esencia de aquella banda sonora que dirigías tu, Madrugada, escribía oyendo la radio, pero sobretodo, soñaba.
Y me di cuenta, de que me equivoqué al pensar tontamente que me odiabas, cuando en realidad, mientras no te escuchaba, me decías cada noche incansable:
"La luna mientras duermes te acompaña
tiende su luz por tu cabello y frente
va del semblante al cuello y lentamente
cumbres y valles de tu seno baña". ("La durmiente")
Gracias infinitas por enseñarme a apreciar el olor de la noche

Rocío Pérez Conde



"Deseo y Todo el dulce pulso del sufrimiento
De las heridas apacibles.
Eras vos quien
Se fue hacia el interior de la adusta sombra.
Ahora, en la noche, venís serio
A dejarte caer conmigo.
Una estúpida, fría, rígida bayoneta
En mi caliente e hinchada, palpitante alma"

Ernest Hemingway


domingo, 27 de mayo de 2012

Tu mirada



"Me miraste a los ojos, penetrando,
en lo más profundo de mi alma.
El cristal azul de tus pupilas,
me mostraba, mi imagen reflejada.

Me miraste y pediste temblorosa
que un te amo, saliera de mis labios,
pero ellos ya no tienen más palabras
pues los golpes de la vida los han cerrado.

Me miraste y tu pelo se erizaba,
y una gota redonda en tu pupila
que brotó, de un corazón roto
y cayó recorriendo tu mejilla.

Me miraste y tu rostro empapado
me exigía una palabra, una respuesta,
y mentí diciéndote te amo
por ganar de tu cara una sonrisa."



Walt Whitman
(Versión de Leandro Wolfson)