En estos tiempos que corren he observado con admiración como vamos avanzando a velocidades vertiginosas en ciertos aspectos, pero también me entristece el primitivismo que se está adoptando con naturalidad en lo referente a los modales, y lo que es peor aún, la aceptación que tiene.
Hago un llamamiento a los caballeros que parecen estar en peligro de extinción y también a las damas que los reclaman, persistan.
La cortesía no entiende de edad, época, ni sexo.
La caballerosidad no es una cuestión de obligación, si no de educación.¿Dónde han quedado los señores? Los que ceden el paso, el asiento, te ayudan a ponerte el abrigo, no esperan a que te levantes cuando ellos se acercan a saludar (yo jamás lo hago) y lo mas importante, te respetan.
Tales actos de gentileza son un arte y denotan clase.
La militancia feminista no deja de ser una pose, a la mayoría nos gusta que nos traten como lo que somos, señoras o señoritas, lo que no quiere decir que nos tengan que pagar la cuenta ni nada por el estilo, en ese sentido soy igualitaria, opino que el abono de las consumiciones y demás debe ir a medias o por turnos.
Que nos guste la caballerosidad no está reñido con nuestros deseos reivindicativos laborales y sociales.
Y como dice aquella frase: “contra el machismo, la masculinidad, y contra el feminismo, la feminidad”
Púlanse gañanes, púlanse.
Rocío Pérez Conde
No hay comentarios:
Publicar un comentario